He tenido la oportunidad de pasar tres meses estupendos en
Heidelberg, una pequeña ciudad situada en el valle del río Neckar, al noroeste
de Baden-Wurtemberg. Una ciudad pequeña, famosa por su castillo, su casco
antiguo de calles empederadas y, sobre todo, por tener la universidad más
antigua del país (fundada en 1388), siendo una de la ciudades más visitadas.
Mi
objetivo: resonancia abdominal en la clínica quirúrgica del Hospital
Universitario de Heidelberg. Es uno de los centros médicos más grandes y de
mayor renombre de la República Federal de Alemania. El hospital, en realidad,
está formado por 12 hospitales inmersos en el campus de la Universidad. La
clínica quirúrgica es uno de los edificios más pequeños, destinado a patología
digestiva principalmente. La sección de radiología digestiva está incluida en
el centro, estando en relación directa y diaria con los cirujanos y resto de
clínicos. Contaban con dos resonancias, dos escáneres, una sala de
intervencionismo vascular y varios ecógrafos. El resto de secciones
radiológicas se reparten en cada uno de sus respectivas clínicas:
neurorradiología en la clínica neurológica, musculoesquelética en la clínica
ortopédica…
Mi
labor, básicamente, consistía en realizar la citación de una de las dos
resonancias, una Siemens de 1,5 Teslas, junto con una adjunta de primer año:
Selmi Büket. Una chica turca muy amable con la cual pasé largos ratos…y dudas.
Un día normal comenzaba de 7.30-08.00 AM. La citación normal la formaban
aproximadamente 20 resos.Dentro de la patología digestiva, el centro es
referencia europea en el manejo de lesiones pancreáticas. Por ello, al 5-6
diarias eran para valorar páncreas. El resto variado: hígado, asas, algo de
patología ginecológica…y las urgencias, eso ya podía ser de cualquier tipo:
neuroRM, de rodilla…Lo peor, dos cosas: comer a las 11.30-12.00 todos los días,
y salir de trabajar a las 18.00-19.00.
Lo
bueno de estar allí en condiciones de invitado es que me dejaban libertad para
ir y venir, ver lo que me interesaba, e incluso acabar antes los Viernes para
irme a conocer el país: Hamburgo, Berlín, Colonia, Frankfurt, Stuttgart, Amasterdam,
Basilea, Zurich… no ha estado nada mal la verdad.
Como
todo tiene sus cosas malas. El piso donde me quedaba no era el mejor del mundo:
ruidoso, sin internet, una cama infernal… y allí la vida acaba muy pronto: la
mayoría de los días salía de trabajar con todo cerrado. Lo bueno, además de
aprender algo (lo justo) de radiología, practicar el idioma un poquito más, ver
otras formas de pensar y de vivir, fue conocer a buena gente. La mayoría de un
curso de alemán al cual iba después del trabajo: un chino, un turco, un
portugués…como los chistes de Lepe vamos. Y no me puedo olvidar de esas
cervezas de 1 litro después de los entrenamientos de remo con el equipo de la
Universidad en el río, toda una experiencia.
Han
sido tres meses diferentes que, además de para aprender otra forma de vivir y
de trabajar, me hace coger con más ganas estos últimos meses en la que, en
definitiva, es mi casa: Valdecilla.